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sábado, 9 de mayo de 2009

UMA HISTÓRIA DE FÉ

Marco Aurélio mandou um artigo que ele leu no jornal EL UNIVERSAL, no ano passado, por ocasião de mais um aniversário do terremoto de 29 de julho de 1967. É uma história de fé e de grande emoção.

EL UNIVERSAL 29/07/2007

UN AÑO MAS DEL TERREMOTO DE CARACAS 29/07/1967

Dicen que cuando la cruz cayó al asfalto inmediatamente dejó de temblar en Caracas. Al menos eso fue lo que vio el pintor Alirio Oramas, después de los 35 segundos en los que sintió que la tierra rugió en el interior de la Catedral.

A las 7:30 pm del 29 de julio de 1967 muchos venezolanos se disponían a ver la transmisión del Miss Universo. Como era usual en aquella década, la candidata favorita era la venezolana. Pero los televidentes no alcanzaron a ver la final entre la criolla Mariela Pérez Branger y la candidata estadounidense, porque a las 8:02 de la noche comenzó el movimiento telúrico de 6,5 en la escala de Richter.

En el centro de Caracas el Padrenuestro que rezaban en la misa fue interrumpido por el temblor. Alejadro Oramas agarró con una mano a su pequeño hijo y con la otra tomó a su esposa. Los tres salieron arrastrándose por el piso del templo, muy pegados a la pared, mientras esquivaban los vidrios que explotaron con el temblor. Y afuera, justo en la entrada del templo, los esperaba la cruz de Caravaca de la Catedral estampada sobre el asfalto.

"Fuimos de los primeros en salir de la iglesia y en ver la cruz en el piso, después que se desprendió de la fachada de la Catedral. Su silueta quedó en el medio de la calle, apuntando hacia el Ávila. Inmediatamente la gente empezó a rodearla, se arrodillaban y la besaban. Otros, decidieron lanzar monedas", dijo el pintor Alirio Oramas.

Después del terremoto, otras 30 réplicas mantuvieron en zozobra a la población. Oramas envió a su esposa y a su hijo a casa. Él se quedó junto a la cruz hasta el día siguiente. Llegaron más curiosos y también la lluvia, que los acompañó hasta la madrugada.

Manos a la obra

A Alirio Oramas se le infla el pecho cuando dice que fue formado en París por Georges-Henri Rivière, creador de la museología.
Así, Oramas, uno de los primeros museólogos del país, fue inmediatamente designado para desenterrar la cruz de el asfalto y restaurarla.

Menos de 48 horas después del temblor fue acordonada la zona en donde estaba la cruz. "Los ingenieros y yo dibujamos un cuadrado alrededor del objeto. Debajo, le metimos vigas e hicimos una especie de malla. Después, con un gato hidráulico levantamos el asfalto y la trasladamos hacia el taller. Durante todo el recorrido se posó al lado de la cruz una paloma blanca, que no dejó de supervisar el proceso de restauración", explico Oramas.

En el taller, ubicado en el que para ese momento era el Ministerio de Obras Públicas, el pintor Oramas despegó con cuidado la cruz del asfalto.
Después, retocó la pieza y también le aplicó colores pasteles por los 2 travesaños horizontales, los mismos que representan la inscripción que Poncio Pilatos mandó a colocar sobre la cruz de Jesucristo.

Detrás del Santo Sepulcro "El verdadero destino del asfalto en donde quedó grabada la cruz, tenía que ser la plaza del Venezolano. Justo donde Simón Bolívar dijo la frase "Si la naturaleza se opone lucharemos contra ella´´", señaló el museólogo.

Aunque la cruz de la Catedral de Caracas retornó a la fachada principal de la iglesia después de casi una semana, el asfalto en donde quedó la huella perfecta de esta, desapareció. No fue al Museo Sacro, ni lo llevaron a la Catedral.

Sin embargo, el museólogo se enteró hace un par de años que la placa con la cruz había sido llevada a una iglesia en El Valle. "La escondieron porque era un objeto pagano. Porque la gente la iba a venerar como a María Lionza o José Gregorio Hernández".

Hace una semana emprendió su investigación y llegó a El Valle, en donde dio con la iglesia San Antonio de Padua, ubicada en la calle 16. Al pintor, le costó pasar al interior del templo, porque no estaba permitida la entrada en hora del mediodía.

"¿Aquí está el asfalto en dónde cayó la cruz?", le preguntó Oramas a una de las empleadas. "Yo no sé nada de eso", contestó la mujer. A simple vista, la placa no estaba. El Santo Sepulcro se encargaba de tapar el asfalto con la silueta. Oramas (con ayuda de otra persona)se encargó de mover la caja de vidrio en donde estaba acostado Jesús. "No puede ser que esto lo tengan oculto. Esto es sagrado, es una obra de arte y debería estar a la vista de los creyentes", gritó Alirio Oramas en el interior del templo, mientras acariciaba el asfalto.

"Esta es la huella maravillosa estampada en el pavimento por la cruz que coronaba el frontispicio de la Catedral de Caracas desde 1867 y cayó al cesar el terremoto que sacudió por 30 segundos a la ciudad la noche del 29 de julio de 1967 (...) el pueblo agradecido a la piedad del cielo, recogió este signo bendito y lo erigió en piadoso monumento de recordación". Este mensaje está grabado en una placa que descansa al lado del asfalto. Pero nadie se ha percatado que está allí.

Más de 15 mil misas se han celebrado en el mismo templo en donde reposa el asfalto que Oramas cataloga como sagrado. "Dios no me ha quitado la vida porque mientras yo viva no morirá la cruz. La sacaré de aquí y la llevaré a un lugar digno en donde reciba el cuidado que merece", dijo Alirio Oramas al salir del templo.

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